Natación para bebes
El agua es un instrumento de enriquecimiento
básico del niño desde los primeros meses de vida extrauterina.
La natación para bebés o matronatación podría definirse como una experiencia afectiva, recreativa, placentera y estimulante
La natación para bebés o matronatación podría definirse como una experiencia afectiva, recreativa, placentera y estimulante
Los recién nacidos están
perfectamente dotados de una variedad de reflejos que hacen posible el
progresivo desarrollo de una conducta adaptada al medio en que se desenvuelvan,
en este caso el agua. Limitar las experiencias del primer año a la estancia en
la cuna o en el cochecito de paseo significa reducir el desarrollo tanto físico
como intelectual de nuestro bebé, en un período crítico de su vida. Todos los
psicólogos y pedagogos reconocen la importancia de los primeros años en la vida
del individuo y, a pesar de ello, seguimos sin prestar la atención necesaria
hasta la entrada en la escuela. El objetivo más importante de esta actividad se
centra en reforzar el vínculo de amor y confianza entre la madre y el bebé,
haciendo que ambos compartan una experiencia original, única e irrepetible,
fortaleciendo la relación afectiva y cognitiva entre bebé-mamá-papá. Además,
por si esto fuera poco, se van a crear situaciones de juego, dentro de un
ámbito lúdico y recreativo.
Pero existen otros
muchos beneficios que aportará la natación para bebés, algunos casi tan
importantes como los ya señalados:
2. Beneficios que aporta la natación a los bebés:
·
Desarrollo psicomotor: El bebé que aún no camina encuentra en el agua la
posibilidad de moverse tridimensionalmente, siendo mucho mayor la libertad y
continuidad de movimientos. A muy temprana edad comienzan a tener nociones de
desplazamiento y distancia de una gran riqueza y sensibilidad, lo que redundará
en una mayor coordinación motriz.
·
Fortalecimiento del sistema
cardiorrespiratorio: La natación
fortalece el corazón y los pulmones. Debido al trabajo respiratorio que se
realiza en el agua se aumenta la eficiencia en la oxigenación y traslado de la
sangre.
·
Ayuda al sistema inmunológico.
·
Aumenta el coeficiente
intelectual: Está demostrado que
los bebés que han hecho natación en los 2 primeros años de vida desarrollan una
percepción mayor del mundo que los rodea, con lo que ya están aprendiendo a ser
más creativos y observadores. El agua estimula la capacidad de juego del niño y
este hecho repercutirá muy positivamente en aprendizajes futuros.
·
Mejora y fortalece la relación
afectiva y cognitiva entre bebé-mamá-papá: La realización de un programa acuático para un bebé le
llevará, junto con sus papás a compartir situaciones ricas y profundas que no
sucederán de otra forma pues se van a juntar las reacciones innatas e
instintivas del bebé con las propias vivencias que genera la práctica de la
natación, que sin duda ayudaran al conocimiento mutuo, alimentando el amor y
orgullo de mamá y papá.
·
Inicia la socialización sin
traumas en un ambiente lúdico y recreativo: Desarrollándose como personas y su entorno de una forma
natural. La convivencia en la piscina con otros niños le ayudarán a
relacionarse mejor, además de que aprenderá a compartir y realizar actividades
junto a otras personas. El niño adquiere mas confianza para comunicarse y
desarrollarse en grupo, ya que estará en constante contacto con instructores y
niños.
·
Desarrolla las habilidades
vitales de supervivencia. Un ejemplo de ello es el aprender a girarse sobre su
espalda y flotar ante una caída al agua.
·
Ayuda al bebé a relajarse.
·
Ayuda al bebé a sentirse más
seguro.
3. Preparando al bebé en casa desde sus primeros días:
Los preparativos
para la natación del niño de pecho comienzan inmediatamente después de
abandonar el hospital. Esto será de mucha ayuda cuando vayas por primera vez a
la piscina. Principalmente con ello se persiguen tres fines:
·
Reducir paulatinamente la temperatura del
baño de nuestra casa a la temperatura de la piscina, unos 32 grados.
·
Hacer que el bebé se familiarice con el
agua.
·
Acostumbrar a los papás a manejar al niño
con total seguridad.
Está más que demostrado
que los 32 grados centígrados de temperatura del agua de la piscina es la
óptima para realizar la actividad, sin embargo, las primeras veces que bañemos
en casa a nuestro bebé la temperatura deberá ser mayor. Evidentemente una
disminución brusca alteraría su bienestar. Por eso hay que reducirla
gradualmente.
Las primera veces
que bañes al bebé lo harás en su bañera pero después podrás meterle contigo,
así podrás sujertarle y moverle mejor que desde fuera. Cuando decidas hacerlo
no sostengas a tu bebé cuando entras o sales de la bañera, puedes caerte o
resbalar; lo mejor es que el padre que no se mete esté fuera para ayudar. La
temperatura ya habrá disminuido al menos hasta los 34 grados como máximo.
Ante todo tendrás
que dar al niño, mediante un intenso contacto corporal, sensación de seguridad.
Es posible que muestre algo de malestar por la nueva situación pero enseguida
se sentirá a gusto y empezará a patalear, especialmente si hacemos presión con
nuestras manos o muslos contra las plantas de sus pies.
Existen multitud de
formas para coger a tu bebé mientras ambos estáis en la bañera pero recuerda
que las primeras veces la posición tendrá que ser de forma que el niño te vea.
Una de ellas (ver foto al margen izquierdo) podría ser mientras tú estás
sentada en la bañera (bien segura/o de no resbalar), apoyando al niño de
espaldas en tus piernas y rodillas con sus pies en tu barriga, sujetando su
cabeza con una mano y la otra libre para acariciarle, mojarle el pecho, etc.
Otra posición sería
apoyando la espalda del bebé en tu pecho, cogiéndolo por la cabeza, con las
palmas de las manos y los dedos hacia abajo. No le sujetes ni por el cuello ni
por la espalda. Espera a que esté bien relajado, cuando esto suceda, ve
estirando tus brazos hacia adelante poco a poco mientras él flota. Observa cómo
el bebé flota.
Después de realizar
este par de ejercicios coge al pequeño y chapotea un poco con el agua, seguro
que él también lo hace. Échale unas gotas de agua por la cabeza. Al rato y a la
orden de "listos, ya" vuelve a echarle agua pero esta vez en la cara.
Es importante que
mientras realizas estos pasos en la bañera no haya jabón en el agua.
4. Edad del niño y sus horarios:
Es recomendable
esperar hasta los 3-4 meses de vida, para llevar al bebé a la piscina. Algunas
escuelas de natación no los aceptan hasta los 6 ó 7 meses, pero esto sólo
significa que las instalaciones no están suficientemente preparadas para bebés
de menor tiempo, básicamente por la temperatura del agua. Puedes empezar las
clases cuando realmente te sientas segura/o, pero deberás de tener en cuenta
que a partir de los 8 ó 9 meses el bebé perderá algunos reflejos innatos muy
importantes que sin duda serán muy útiles. Por eso los bebés menores de un año
se adaptan al agua más rápidamente que los niños mayores. El miedo al agua se
adquiere conforme el niño va creciendo; mientras más tiempo esté apartado del
agua, probablemente desarrollará sentimientos de desconfianza y hasta fobia,
que posteriormente dificultarán en muchos de los casos, el aprendizaje de la
natación.
La elección del
horario, como otras muchas cosas, lo elegirá el propio bebé. Deberá ser a una
hora en la que no tendrá que dormir ni comer. Esto es importante para que las
sesiones de natación no perturben el ritmo diario habitual.
Otra cosa de deberás
tener en cuenta es el tiempo que el pequeño permanecerá en el agua de la
piscina. Las primeras sesiones serán cortas y podrán ir aumentando
progresivamente hasta los 20 minutos como máximo. De todas formas ya se ha
dicho que será el propio bebé quien marque este tipo de pauta, si ves que tiene
frío, está incómodo o llora demasiado le sacas de la piscina. No te preocupes
por pensar en no aprovechar las clases.
5. Requisitos que debe de cumplir la piscina:
·
La temperatura del agua deberá estar a unos
32 grados centígrados, aunque puede variar un grado arriba o abajo dependiendo
de la época del año y la edad del niño.
·
El nivel de cloración del agua deberá estar
entre el 0,5 y el 0,6 por ciento (frente al 1 por ciento en las de adulto).
·
Es muy recomendable que la piscina sea
cubierta y climatizada y por supuesto cumpla con los requisitos
higiénicos-sanitarios establecidos.
·
La zona de los vestuarios donde cambiarán
las mamás (o papás) a sus niños deberá igualmente estar climatizada y cumplir
las norma higiénicas.
·
Algunos vestuarios están bastante apartados
de la piscina y en este trayecto los niños se pueden quedar fríos. Por ello es
muy conveniente que cerca del vaso (piscina) exista un banco o lugar especial
para desnudar y vestir al niño.
·
La piscina de los pequeños debe ser sólo
para ellos, nunca compartida. Estos "vasos de enseñanza" suelen tener
unos 6 por 4 metros aunque estas dimensiones no se establecen como una norma,
existiendo en la actualidad de muchos tamaños y formas.
·
Evitar los horarios de máxima afluencia,
principalmente por el ruido.
6. La primera visita a la piscina:
El bebé necesitará
un tiempo para aclimatarse al nuevo entorno (temperatura, espacio, ruido,
gente, etc.). Lo normal es que el profesional asignado a tus clases te enseñe
las instalaciones. Lo habitual es que no estés solo y tanto tu bebé como tu
tengaís compañeros de piscina nuevos. Aprovecha para intercambiar opiniones con
otras mamás o papás y si tienes dudas pregúntale al técnico que os acompaña.
Poco a poco el bebé se irá relajando.
Con toda la
tranquilidad del mundo, y ya en la piscina, cambia a tu hijo en un lugar donde
no haya corriente. Sentaros al borde del vaso. Asegúrate de la profundidad, es
obligatorio que esté marcado con pintura en el mismo borde; pregunta si dudas
al técnico. Lo habitual es que mida entre 0,50 y 1 metro. Si ves que tú solo no
puedes sentarte pide ayuda para que te sujeten al bebé mientras tu te sientas
junto a él o te metes en el agua.
Coge al pequeño entre
tus brazos y llévatelo al pecho, háblale en tono tranquilizador. Date un
pequeño paseo por el agua mojando poco a poco. Esto para ser el primer día es
más que suficiente.
El técnico o monitor
os explicará todo cuanto necesitéis saber. Recuerda que el verdadero profesor
no será nadie más que tú, el monitor solo os irá dando pautas y recomendaciones
de actuación.
El método utilizado
nunca debe “presionar” al niño para que aprenda a flotar. Se trata de que le
pierda miedo al agua, si lo tuviera, lo vea como algo lúdico y se divierta.
Importa más que la experiencia sea grata a que consi
ga la flotación. Si el método de
enseñanza es bueno, los niños no tienen por qué pasarlo mal o mostrarse reacios
a acudir a la piscina. Los padres no deberían obsesionarse porque sus hijos
aprendan técnicas de supervivencia (como la flotación) o de movimientos. Lo
fundamental es que adquieran el gusto por el agua.
Si por miedo, por
dificultades económicas o por cualquier otro motivo los padres presionan al
niño para que consiga objetivos en un tiempo corto, los efectos serán
probablemente justo los contrarios a los que se buscaban. Además, a estas
edades, los niños tienen una percepción muy intensa de lo que ocurre a su
alrededor, y muy pocas vías de expresión de sus temores, muchas veces reducidas
al lloro y otros síntomas no orales.
Si la experiencia
resulta demasiado traumática, dejará secuelas durante el resto de su vida. Hay
que crear un ambiente relajado en el que tanto el propio niño como los padres y
el monitor disfruten de las clases y se inspiren confianza mutua.
7. Recomendaciones que no debes olvidar:
·
Antes de acudir a la piscina
con tu bebé deberás consultar con el pediatra.
·
No dejes nunca a tu bebé solo
cerca del agua. Aunque los programas de natación para bebés pueden enseñarle a
moverse en ella, tu bebé es demasiado pequeño para ser consciente del peligro
que ello tiene.
·
El personal que impartirá las
clases estará cualificado de forma específica para trabajar con niños.
·
Elige un horario en el que el niño
normalmente no tenga que dormir o comer.
·
Nunca le des de comer minutos antes de la
sesión de natación.
·
Después del baño hay que secar al niño
inmediatamente.
·
Una vez que el niño esté vestido, debemos
abandonar inmediatamente el pabellón de la piscina. Con el aire caliente el
niño se pondría a sudar en seguida, lo que significa resfriado seguro al salir
a la calle.
·
Un niño enfermo no debe bajo ningún concepto
bañarse. Tan pronto como advirtamos los primeros síntomas de alguna
indisposición, dejaremos de llevarle a la piscina y no reanudaremos las clases
hasta que el niño vuelva a estar perfectamente restablecido.
·
Lleva todo lo necesario para cambiar de
pañal al niño.
·
Nunca hagas comparaciones entre tu bebé y
otros. Esto provoca una actitud que puede perjudicar el desarrollo del niño.
·
No establezcas un determinado periodo de tiempo
para lograr objetivos, cada niño aprenderá a su ritmo. Por lo tanto has de
respetar el ritmo de desarrollo del bebé y nunca forzarle.
·
Ten presente que los aledaños del vaso están
casi siempre mojados y puedes resbalar, especialmente cuando tienes al pequeño
en tus brazos. Camina con mucho cuidado y utiliza zapatillas cuya suela no
resbale.
·
Personalmente desaconsejo las escuelas,
piscinas o entidades cuyos programas acuáticos para bebés promueven dicha
actividad únicamente como una manera de lograr respuestas de supervivencia en
lugar de considerarla como un aspecto más de la educación física, psíquica y
afectiva.
·
Evita piscinas de dudoso control higiénico y
sanitario porque son causa de serias infecciones y enfermedades. Si tienes que
hacer una reclamación formal para subsanar una deficiencia, no lo dudes, le
beneficia a tu hijo, a ti y a todos los usuarios en general.
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